martes, 20 de diciembre de 2011

El Rubio y la Romería del Rosario

La localidad de El Rubio se ubica entre la Sierra Sur y la campiña sevillana. El viajero podrá recorrer el camino que fue antigua calzada romana entre Ostippo (Estepa) y Astigi (Écija) llegando a El Rubio. Los vestigios más antiguos de época Neolítica se hallaron en las terrazas del Río Blanco, entre otros yacimientos colindantes. 


Tras el paso de los fenicios serán los romanos los que colonizaran el territorio fundando la Villae Fundus Rubeus (o finca de la zarza), al parecer la localidad participó en las disputas entre pompeyanos y Julio Cesar. Los Vándalos en el siglo V saquearon los poblados del entorno. Tras el periodo visigodo y la época islámica llegaron las huestes cristianas hacia 1248 para ocupar la villa bajo Fernando III el Santo. Ésta fue concedida junto con Estepa y sus anexos a la Orden de Santiago en 1267. Otros autores consideran que fue el caballero Pascual Jiménez Rubio, al que se le entregó estas tierras con el repartimiento de Écija, el que le dio nombre a la villa rubeña. Desde época Moderna se vincula al ducado de Osuna hasta su independencia municipal en el siglo XIX.

La iglesia parroquial, las casas solariegas, el caserío popular, el río Blanco y su entorno ribereño, la campiña y herrizas, la devota Semana Santa, las actividades ecuestres junto con una exquisita gastronomía tradicional son los principales recursos turísticos que el visitante encontrará y podrá disfrutar en esta localidad de la campiña sevillana.

Entre los atractivos turísticos destaca la Romería de la Virgen del Rosario, patrona de la villa rubeña. Este evento está considerado como una de las mejores fiestas populares de la comarca. El turista disfrutará en esta romería rosariana, del primer domingo de mayo, de la auténtica idiosincrasia y ambiente festivo del pueblo andaluz. Los romeros van ataviados de traje corto y montado sobre enjaezados caballos, y las mujeres vestidas de flamencas cantan y bailan sevillanas a lo largo del camino. El viernes previo se celebra la fiesta de los romeros, el pregón mariano y se presentan los niños rubeños a la Virgen. El sábado procesiona la imagen de San José Obrero. La Virgen del Rosario sale el domingo por la mañana de su iglesia parroquial y es llevada en carriola por un tiro de bueyes hasta la ermita del cerro de la Cabeza. Una vez allí, tras la ceremonia religiosa, se degustan los productos de la tierra en hermandad y jovial alegría. En los últimos años han participado en esta romería unas 10.000 personas y casi 500 caballos. El 7 de octubre se celebra la onomástica de la Virgen del Rosario.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Estepa, dulce tradición centenaria

En estas fechas próximas a la Navidad el viajero a su paso por Estepa percibirá la singular fragancia de una de las localidades más dulces del mundo. Sabemos desde el punto de vista documental que la pastelería artesanal en Estepa se remonta al siglo XVI.


Desde finales del siglo XV, en época santiaguista, era conocía la miel de la orden producida en la Fuente de Santiago. La mermelada de exquisita calidad al igual que la miel, era producida por la cofradía del Corpus Christi desde principios del siglo XVI. También sabemos que las mujeres acudían a los hornos de leña con sus “recaos y avios” para elaborar todo tipo de dulces. En el siglo XVII la hermandad de Santa Ana compraba todos los años harina, miel y ajonjolí para hacer pestiños. Por el catastro de Ensenada sabemos que a mediados del siglo XVIII había en Estepa una turronería, una pastelería y una chocolatería, junto con tres confiteros, un pastelero y seis chocolateros. Desde 1838 era conocido en la comarca el gremio de chocolateros estepeños. En el convento ostipense de Santa Clara se realizaba desde 1776 frutas confitadas, mermeladas, carne membrillo, y los turrones conocidos como alajús. Contrataron incluso un confitero para ayudar en la producción repostera, la cual se distribuía a diferentes ciudades como Madrid o Sevilla. Para elaborar sus excelentes chocolates utilizaban cacao procedente de Caracas.

En el convento de Santa Clara la documentación del siglo XVIII nos habla de la compra de unas tapaderas para las torteras, utensilios de pastelería que se usaban para hacer mantecados. El origen de la comercialización de estos exquisitos dulces navideños en Estepa se la debemos a Filomena Micaela Ruiz Téllez conocida como La Colchona, ya que desde la segunda mitad del siglo XIX su marido, que era cosario, distribuía los mantecados por las provincias limítrofes. A lo largo de la primera mitad del siglo XX existieron en Estepa casi 300 fábricas de mantecados y polvorones muchas de carácter familiar. En la actualidad la tecnología más avanzada se combina sabiamente con la añeja tradición de las viejas recetas de nuestros antepasados. La fusión de muchas de estas empresas familiares ha dado paso a un sector más industrial concentrándose la producción en un total de 25 grandes fábricas que exportan a nivel nacional e internacional.

Cada otoño esta milenaria ciudad ofrece a sus numerosos visitantes aromas a especias que embriaga los sentidos, exhalando un aire cargado de recuerdos con sabor a canela, ajonjolí, almendra y anís.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Osuna arqueológica

La villa ducal de Osuna muestra al viajero el esplendor monumental de un glorioso pasado durante el Siglo de Oro. Pero no menos relevantes serán los importantes vestigios de época antigua conservados en el museo arqueológico de Osuna. El visitante podrá conocer por medio de esta magnífica colección municipal el primitivo asentamiento ibero de la localidad así como innumerables piezas correspondientes a la Urso romana y visigoda.


El museo arqueológico ocupa la llamada Torre del Agua, situada en las proximidades de la Puerta de Teba y formó parte del sistema defensivo de la ciudad. Se fecha en época almohade durante el siglo XII siendo reformada en el siglo XIV por la Orden de Calatrava. El mencionado torreón es una obra cristiana realizada en el siglo XIV, cuyo espacio interior está formado por cuatro salas de diversa proporción, superpuestas en dos plantas y cubiertas con bóvedas de arista y de cañón. En éstas se han instalado los restos arqueológicos encontrados en la propia Osuna, así como algunas reproducciones de piezas excepcionales que actualmente se hallan fuera de la ciudad.

En la ordenación de los objetos se ha seguido un criterio cronológico, reuniendo en la primera sala restos prehistóricos y replicas de los relieves hallados a principios del siglo y conservados hoy en los museos de Madrid y del Louvre. La siguiente estancia presenta piezas de cerámica ibérica, algunas de ellas con decoración geométrica de color rojo, y exvotos de la misma cultura. Asimismo existen una serie de objetos romanos, como capiteles y basas, realizados en arenisca, piedras de molino, ánforas y un ara dedicada a un árbol sagrado.

En la segunda planta se encuentran la mayor parte de las piezas romanas, que son preferentemente de cerámica, y diversos ladrillos visigodos. Aquellas se hallan expuestas en varias vitrinas de las salas tercera y cuarta, mientras que éstos aparecen situados sobre los muros de la última sala. El conjunto de obras romanas está formado por un nutrido grupo de “terra sigillata” de distintas épocas; diversas colecciones de monedas, algunas acuñadas en Osuna, pequeños objetos de vidrio, pesas de telar, urnas cinerarias y otros útiles realizados en metal y en hueso. Los ladrillos visigodos están fechados entre los siglos V y VII, aparecen decorados con motivos geométricos y algunos presentan símbolos cristianos e inscripciones en caracteres griegos.

Entre las piezas arqueológicas más representativas el turista podrá encontrar la escultura ibera del toro de Osuna de finales del siglo V a. C., guerreros ibéricos en bajo-relieve del siglo II a. C., y del periodo romano la Ley Colonial Genitiva Iulia conocida como los “bronces de Osuna”.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Badolatosa, paraje natural de bandoleros



En el extremo Este de la comarca de Estepa se encuentra la localidad sevillana de Badolatosa conocida desde época decimonónica por las andanzas del legendario bandolero José María El Tempranillo.

Este pueblo blanco de la Sierra Sur sevillana ofrece al viajero, además de sus innumerables leyendas románticas de caballistas y salteadores, un incomparable paisaje natural en el entorno ribereño del río Genil a su paso por la localidad. Los parajes naturales de los embalses de Cordobilla y Malpasillo son un indudable atractivo turístico para el visitante donde podrá conocer la historia, evolución, flora, fauna y usos de uno de los principales afluentes del Guadalquivir.

El Paraje Natural Embalse de Cordobilla se localiza en el río Genil, en los términos municipales de Puente Genil y Badolatosa, y tiene una superficie de 1.460 hectáreas. También en el río Genil se encuentra el Paraje Natural Embalse de Malpasillo ubicado en los términos municipales de Lucena y Badolatosa, con una superficie de 512 hectáreas. Ambos fueron declarados parajes naturales en 1989. La localización de estos embalses, próxima a otros enclaves naturales de gran importancia, como las lagunas del Sur de Córdoba, con las que está bastante ligado, realza su interés ecológico al contribuir en la supervivencia de numerosas especies de aves protegidas, que tienen en estos espacios sus áreas de nidificación e invernada.

En cuanto a la vegetación hay que destacar los tarajales. En las orillas existe una densa vegetación compuesta fundamentalmente de eneas, juncos, cañas y carrizos. Entre las aves que pueden observarse se encuentran la malvasía, el calamón, la garza imperial y real, la garceta común, el ánade real, el pato cuchara, el aguilucho lagunero, el zampullín chico, la garcilla bueyera, la cerceta común, el porrón común, la focha común y la polla de agua. En los últimos años se viene observando también el flamenco común, la cigüeñuela, la avoceta, el chorlitejo patinegro y el chorlitejo chico. Las orillas y aguas someras están continuamente invadidas por numerosas especies limícolas en diferentes épocas del año.

Sin lugar a dudas el turista quedará prendado por el espectacular paisaje fluvial de los serpenteantes meandros como el de Portalejo, el arroyo Pontón, el cerro del Viento, la huerta de la Manga, las aceñas, la arquitectura rural y los restos de la explotación minera.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Descubre la Sierra Sur de Sevilla (II)

La Sierra Sur sevillana comprende las localidades ubicadas en el sureste de la provincia de Sevilla. La comarca se estructura al sur por las sierras subbéticas y al norte por la transición hacia el valle del Guadalquivir. Estos pueblos encalados muestran al viajero una gastronomía serrana elaborada con productos de la tierra, unos recursos naturales y paisajísticos de indudable valor medio ambiental, un patrimonio histórico en el que destaca la arquitectura vernácula de carácter popular, unas fiestas y tradiciones antiguas, y de manera especial la hospitalidad de unas gentes sencillas y humildes en un tranquilo ambiente natural.



La localidad de Algámitas ofrece al visitante el imponente paisaje montañoso del Peñón en torno al cual se ha creado un acogedor complejo turístico con restaurante, camping y actividades de turismo activo. Entre las festividades destacan la del Dulce Nombre, la feria de Santiago y el Día del Huerto. El Saucejo presenta uno de los yacimientos arqueológicos más relevantes de la Sierra Sur como es el de Los Baldíos de época ibero-romana, igual interés presenta la arquitectura del agua al conservarse fuentes y pozos centenarios. Los Corrales conservan un interesante centro histórico en el que destaca la Iglesia de Santiago, en las proximidades del cortijo de Repla se encuentran restos de las murallas romanas de Ilipula Minor. La romería a la Fuente del Esparto y la festividad de la Virgen del Buen Suceso son citas lúdicas que no debemos perdernos. En Martín de la Jara encontramos la reserva natural de la laguna del Gosque donde los turistas podrán avistar patos malvasía, flamencos rosa, fochas cornudas, porrones pardos y anátidas, entre la vegetación destacan los encinares, coscojas, espartos, carrizos y plantas acuáticas. La ruta natural de la Vía Verde recorre los pueblos blancos de la serranía llegando hasta Pruna, aquí el caminante podrá adentrarse por los senderos naturales hasta el castillo del Hierro, atalaya medieval en plena banda morisca. En la localidad de Villanueva de San Juan el viajero disfrutará de un singular paisaje serrano recorriendo el arroyo de las Mujeres, los Tajos, la Atalaya y los puentes de la Solana y los Seis Ojos. Entre las festividades destacan el día del Huerto el Domingo de Resurrección y la romería de la Virgen del Rosario patrona de la villa.

Naturaleza, turismo activo, gastronomía serrana, paisajes, tranquilidad, fiestas y tradiciones populares, descanso, aire libre, cultura y artesanía son algunas de las muchas razones que la Sierra Sur sevillana ofrece al visitante.

viernes, 28 de octubre de 2011

Descubre la Sierra Sur de Sevilla (I)

Estepa por su situación privilegiada te permite conocer y desplazarte por Andalucía, sin tener que deshacer las maletas. Tener, en definitiva, Andalucía en tus manos en cómodos viajes de ida y vuelta. Pero la estancia en Estepa es también una gran oportunidad para conocer los municipios que configuran la comarca. Son municipios llenos de encanto, con una rica arquitectura popular, importantes yacimientos arqueológicos y con parajes de un gran valor paisajístico.

Iglesia del Socorro. Badolatosa


Badolatosa, a 21 km de Estepa, situada a orillas del Genil, conserva unos de los parajes naturales más emblemáticos de la comarca, como son Malpasillo y Cordobilla. El Meandro de Portalejo, el Milagro en el arroyo Pontón, el cerro del Viento, son hitos que el buen amante de la naturaleza no puede dejar de visitar. La arquitectura rural del casco del urbano, los restos de la explotación minera y la ermita de La Fuensanta, donde se firmó el indulto concedido por Fernando VII a Juan Caballero, José María “el Tempranillo”, y José Ruiz Germán, son otros lugares de interés. Pero uno no debe de despedirse de Badolatosa sin conocer la Huerta de la Manga, de alto valor etnográfico y paisajístico.

En Casariche el visitante puede conocer la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, los importantes yacimientos arqueológicos, parajes como Cerro Bellido, las herizas del Patronato y los restos de huertas que se configuraban en torno al río Yeguas.

Herrera, al norte de Estepa, tiene un interesante Museo, ubicado en un antiguo depósito de agua, donde se conservan instrumentos de medicina desde épocas romanas. Interesante es la Iglesia Parroquial de Santiago El Mayor, y los restos de las termas romanas del Pilancón.

Lora de Estepa, pequeño municipio a unos 4 km. de Estepa, lugar de ocio y recreo de los antiguos Marqueses de Estepa, conserva importantes yacimientos arqueológicos, restos de los que fueron importantes huertas, y una zona de bellos paisajes, al configurarse la localidad entre el Hacho y la Sierra de Estepa.

Puente romano. Lora de Estepa.






En Aguadulce, en torno al río Blanco y el Arroyo de la Ribera, se configura todo un conjunto de huertas tradicionales, llenas de vida y actividad, que en épocas pasadas abastecían de productos a los municipios comarcanos. Su coqueto casco urbano, que invita a pasear, conserva bellas e interesantes fachadas muestra de la arquitectura popular andaluza.

Aguadulce.
La Roda de Andalucía, Casariche, El Rubio y Herrera conservan unas interesantes zonas húmedas en proceso de recuperación. En algunos de estos municipios se conservan una fuerte tradición relacionada con el mundo del caballo.

Gilena y Pedrera configuran un bello caserío en torno a la iglesia de la Inmaculada Concepción y la iglesia de San Sebastián, respectivamente. Los paisajes de la sierra y los conocidos patios, encuentran su máxima expresión en el término de estos municipios.

Desde Estepa se puede dar un salto y conocer también un conjunto de interesantes ciudades medias como Antequera, Lucena, Écija, Osuna, Fuentes de Andalucía o Marchena, todas ellas con un importante patrimonio arquitectónico.

Ermita del Rosario. El Rubio.
Las zonas húmedas del sur de Córdoba, la Laguna de Fuentepiedra, la zona endorreica de Osuna-Lantejuela, el Peñón de Algámitas, son otros de los espacios naturales que pueden ser visitados desde la situación privilegiada en que nos encontramos, ya que se estamos a distancias relativamente cortas y es una forma de descubrir la Andalucía Natural del interior.

jueves, 27 de octubre de 2011

Estepa huele diferente

Estepa es olor envolvente a canela en octubre, que se transforma en polvorón y mantecado ya en noviembre y diciembre, que se solapa con la fragancia que surgen de la molturación de los aceites vírgenes olorosos en los meses finales y principio del año. Indicación Geográfica Protegida para el mantecado de Estepa y Denominación de Origen para su aceite. Dos distintivos de calidad que ensalzan el buen hacer de estas industrias, santo y seña de nuestra zona. Nuestra economía y buena parte de nuestra vida social gira entorno a estas industrias que marcan el devenir de esta ciudad.


























La imagen de Estepa es incompleta si no se hace mención a  sus gentes. Gente abierta, de trato amable, sin dobleces, que sin caer en el servilismo te hace agradable la estancia en la ciudad, dispuesta a darte información sobre cualquier monumento o sobre cualquier rincón.

Pero aún hay más: nuestra gastronomía. Todos los ingredientes sociales y culturales que ya hemos comentado dan como resultado, sin que pueda ser de otra forma, una cocina sencilla, sobria pero sabia y excelente. En los restaurantes de la ciudad se pueden paladear platos típicos de la zona que tienen como base el aceite de oliva virgen, sin olvidar la cocina de creación de nuestros maestros cocineros. Saborear la gastronomía estepeña es una forma inteligente de culminar un día de visitas monumentales. Una cocina que está a la altura de una ciudad declarada Conjunto Histórico Monumental en 1965. Estepa ha sido y es cruce de caminos, y secularmente parada y fonda obligada donde el viajero reponía fuerzas. La fama de nuestra cocina no es fama de un día, sino algo que viene de lejos.

Al despedirse  el viajero de la ciudad, ya en la lejanía, el caserío dibuja esa imagen de paloma que el poeta pontanés Juan Rejano desde su exilio mexicano no consigue olvidar jamás:

¿Por qué te llaman Estepa,
si eres como una paloma
en vuelo junto a la sierra?

miércoles, 26 de octubre de 2011

Un emplazamiento mágico

Por muy diversos motivos, la milenaria Estepa es una ciudad con un emplazamiento mágico y único que ofrece al visitante y al viajero la oportunidad de dar rienda suelta a todos y cada uno de los sentidos.

Estepa se ve desde muchos kilómetros de distancia, destacando por su espectacular escenografía arquitectónica, derramándose la ciudad perezosamente por las faldas del Cerro de San Cristóbal. Hay impresiones únicas que el viajero graba inexorablemente en su retina, como cuando el sol estalla arrancando un bello contraste cromático entre el color del terreno en que se asienta la ciudad, con su caserío, y el firmamento, con tonalidades cambiantes a lo largo de las distintas estaciones del año.

El carácter de acrópolis convierte a la ciudad en un excepcional observatorio natural de la campiña del Guadalquivir, con la Sierra Morena dibujándose a lo lejos. No en vano, en la ciudad vieja se asienta el llamado Balcón de Andalucía, auténtico mirador de tierras andaluzas, justo en su centro geográfico. La topografía, el solano, la insolación, la búsqueda del líquido elemento y de la llanura que no acaba de encontrar la ciudad, de origen a una trama urbana singular. La panorámica nos obliga a adentrarnos para descubrir las distintas secuencias visuales que nos reservan sus plazas y rincones.

La vista nos invita a adentrarnos en la ciudad antigua, y nos iniciamos en el desarrollo de los sentidos al impregnarnos por las distintas sensaciones que el entorno emite. El tacto al deambular por las calles empedradas, o al posar las  manos en las piedras milenarias, huellas del pasado. Pasear por la ciudad dormida, el silencio rasgado por el teñir de las campanas de San Sebastián o de Los Remedios, cuyo eco te hace volver a épocas pasadas, o el revoloteo de las palomas en torno a la esbelta y coqueta Torre de la Victoria, señalando siempre, siempre al firmamento.