lunes, 28 de noviembre de 2011

Estepa, dulce tradición centenaria

En estas fechas próximas a la Navidad el viajero a su paso por Estepa percibirá la singular fragancia de una de las localidades más dulces del mundo. Sabemos desde el punto de vista documental que la pastelería artesanal en Estepa se remonta al siglo XVI.


Desde finales del siglo XV, en época santiaguista, era conocía la miel de la orden producida en la Fuente de Santiago. La mermelada de exquisita calidad al igual que la miel, era producida por la cofradía del Corpus Christi desde principios del siglo XVI. También sabemos que las mujeres acudían a los hornos de leña con sus “recaos y avios” para elaborar todo tipo de dulces. En el siglo XVII la hermandad de Santa Ana compraba todos los años harina, miel y ajonjolí para hacer pestiños. Por el catastro de Ensenada sabemos que a mediados del siglo XVIII había en Estepa una turronería, una pastelería y una chocolatería, junto con tres confiteros, un pastelero y seis chocolateros. Desde 1838 era conocido en la comarca el gremio de chocolateros estepeños. En el convento ostipense de Santa Clara se realizaba desde 1776 frutas confitadas, mermeladas, carne membrillo, y los turrones conocidos como alajús. Contrataron incluso un confitero para ayudar en la producción repostera, la cual se distribuía a diferentes ciudades como Madrid o Sevilla. Para elaborar sus excelentes chocolates utilizaban cacao procedente de Caracas.

En el convento de Santa Clara la documentación del siglo XVIII nos habla de la compra de unas tapaderas para las torteras, utensilios de pastelería que se usaban para hacer mantecados. El origen de la comercialización de estos exquisitos dulces navideños en Estepa se la debemos a Filomena Micaela Ruiz Téllez conocida como La Colchona, ya que desde la segunda mitad del siglo XIX su marido, que era cosario, distribuía los mantecados por las provincias limítrofes. A lo largo de la primera mitad del siglo XX existieron en Estepa casi 300 fábricas de mantecados y polvorones muchas de carácter familiar. En la actualidad la tecnología más avanzada se combina sabiamente con la añeja tradición de las viejas recetas de nuestros antepasados. La fusión de muchas de estas empresas familiares ha dado paso a un sector más industrial concentrándose la producción en un total de 25 grandes fábricas que exportan a nivel nacional e internacional.

Cada otoño esta milenaria ciudad ofrece a sus numerosos visitantes aromas a especias que embriaga los sentidos, exhalando un aire cargado de recuerdos con sabor a canela, ajonjolí, almendra y anís.

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